“El arte es el vehículo de expresión más profundo y arraigado del espíritu humano. Sus límites empiezan y acaban con los límites de la humanidad. Si ésta es cruel, sádica, asesina o perversa, el arte también puede y ha de serlo. El arte siempre ha tratado de abarcar todo aquello que el artista y su sociedad podían abarcar. Era su reflejo y la muestra de su personalidad.”
Aunque resulta un tanto egocéntrico empiezo este texto con una reflexión que hice en un artículo que escribí hace unos años para el difunto blog de Artelista. Gracias a Internet Archive es posible leer el artículo entero en el siguiente enlace. Pues bien, todo lo dicho en la cita es aplicable a Internet y al territorio conocido como ciberespacio. Donde el ser humano se expresa infunde toda su bondad y su maldad, su mordiente, su ironía y, en definitiva, su realidad cultural completa.
En el presente texto vamos a hacer un pequeño viaje virtual donde recorreremos algunas de las diferentes realidades que sostienen este entramado por donde tan familiarmente nos hemos acostumbrado a pasar la mayoría de nuestro tiempo. Y aunque hablar de realidad en el medio informático pueda parecer paradójico es preciso señalar que en filosofía es habitual usar el término para hablar no solo de los soportes físicos sino de los virtuales y simbólicos. Empecemos.